lunes, 6 de marzo de 2017

MICRORRELATO

¿Qué es todo esto?
¿Qué esta ocurriendo?
¡Oh, no! ¡La ciudad está en peligro! ¡Tengo que ir a salvarla!
-¡Vamos Luccy! Debemos ayudar.
Ella comienza a correr a galope para poder llegar a tiempo.
En cuanto llego al lugar comienzo a luchar contra los malos y rapidamente todos mueren.
Antes de que pudiese festejar lo ocurrido el cielo se envuelve en llamas y aparece la bestia más temida por todos.
Dicen que su piel es tan fuerte que ni siquiera la espada mejor forjada consigue atravesarla. También hay rumores que cuentan que la punta de su cola contiene un veneno capaz de matarte al instante. Otros afirman que el grosor de sus alas es de un metro. Por no hablar de sus dientes, los cuales han arrancado aldeas enteras. Estas características solo las puede tener un dragón.
Y ahí estaba, surcando el cielo en dirección ¡al castillo! ¡La princesa! 
En ese instante empiezo a correr hacia la torre donde se encuentra la hermosa hija del rey.
Justo cuando llego a lo alto, el dragón abre la boca y comienza a escupir fuego. Ambos nos colocamos en una esquina de la habitación y gracias a eso nos salvamos de las llamas.
-¡Vaya!- exclamo -Las leyendas no hablaban de...
-¡Caballero cuidado!- grita la princesa.
Rapidamente alzo el escudo mientras su cola, choca contra este rompiéndolo en mil pedazos. Agarro a la dama del brazo y, juntos, comenzamos a descender por las escaleras de la torre.
-¡Tengo una idea!- digo girándome hacia la bestia.
Cojo una pócima que tengo en el bolsillo de mi chaqueta y se la lanzo al dragón. No sé lo que pasará, pero algo me dice que tenemos que salir de aquí. Entonces, a lo lejos observo que un caballo se acerca trotando a lo lejos.
-¡Luccy, justo a tiempo!
Ambos montamos en ella y salimos de allí en menos de un segundo.
El brebaje que le tiré al dragón provoca que este explote. Entonces los aldeanos estallan en vítores y gritan:
-¡La princesa está a salvo!
-¡El dragón ha muerto!
-¡Aquel caballero lo ha vencido!- me señalan.
Todos están felices...
Mi vista se empieza a nublar y cambia el lugar.
El cielo azul y las hermosas vistas del castillo se transforman en unas paredes muy blancas.
Me encuentro tumbado y una mujer me mira llorando.
Al instante sé dónde estoy.
El hospital.
-¿Mamá, al fin ha terminado todo?- pregunto, sin saber si me refiero al sueño o al hospital.
-Si, mi pequeño- responde mientras me da un osito de peluche-. Nunca más tendrás que venir aquí. Eres un superhéroe que ha vencido al cáncer.


                                                FIN


    


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